Lo seguimos haciendo a mano
Nuestras conservas mantienen la historia y tradición de las cosas bien hechas. Elaboramos cada producto siguiendo un cuidadoso proceso artesanal, aprendido y mejorado a lo largo de cinco generaciones.

Elaboración artesanal
Nuestras conservas de Bonito del Norte y Anchoas, así como nuestras otras especialidades, se elaboran siguiendo un cuidadoso proceso artesanal, aprendido y mejorado a lo largo de cinco generaciones.
Este “saber hacer” unido a una exigente selección de las mejores materias primas consiguen que nuestras conservas tengan una calidad excepcional.
¿Cómo elaboramos nuestros productos?

Proceso de elaboración del Bonito del Norte
Lo primero que hacemos es seleccionar a pié de puerto los ejemplares más frescos y mejores. Rápidamente los trasladamos a fábrica donde de nuevo supervisamos su frescura y calidad y los clasificamos según su tamaño. De forma manual les quitamos vísceras y cabeza. A continuación los cocemos a aproximadamente 98º durante unas tres horas, en función del tamaño. Una vez los bonitos se han enfriado, los colocamos en bandejas y, uno a uno, a mano y con mucho mimo y destreza, les quitamos la piel, espinas y cualquier manchita oscura que haya podido quedar. A continuación, se separan los lomos, del cogote y de la ventresca. Esta fase de limpieza, absolutamente manual, es muy importante para conseguir lomos íntegros y perfectamente limpios. Esto es, en parte, lo que hace que nuestras conservas de Bonito tengan ese aspecto excepcional, de carne blanca, sabrosa y apetitosa de la que hacen gala. Por último y siempre a mano se introduce el bonito en la lata o el frasco y les añadimos el aceite de oliva. Finalmente lo esterilizamos.
Proceso de elaboración de las Anchoas
Las anchoas las traemos fresquísimas a fábrica e inmediatamente les quitamos cabeza y tripa y las clasificamos por tamaño. Es ahora donde comienza el proceso de salazón. Vamos colocando a mano las anchoas en barricas de forma concéntrica y entre capas de sal, superponiendo unas encimas de otras. Finalmente, se presionan colocando unos pesos en la parte superior. Tras el prensado las dejamos reposando unos seis-ocho meses a una temperatura que oscila entre los 13 y 16 ºC, hasta que toman el color rojizo y el aroma que buscamos. Pasado este tiempo empezamos con la fase de limpieza, un proceso completamente manual que requiere mucho mimo y experiencia. Una a una eliminamos la sal restante, le quitamos la espina central, resto de piel y pequeñas espinitas laterales dejando los dos lomos perfectamente limpios y “afeitados”. Cuando tenemos unos cuantos lomos listos, los introducimos uno a uno en la lata o frasco y les añadimos el aceite de oliva.
